08 julio, 2006

El Mito del Poder Judío


Una leyenda sobre la cual descansa la credibilidad de los mitos según los cuales existe una “poderosa conspiración mundial” urdida por todos los judíos del planeta en combinación con todos masones, todos los comunistas, todos los socialistas y todos los izquierdistas para apoderarse del mundo es la del “enorme poder judío” que la extrema derecha les atribuye a los judíos dispersos alrededor del mundo. En los tiempos de la “guerra fría” entre el Imperio norteamericano y el Imperio soviético, la extrema derecha gustaba de afirmar a sus crédulos seguidores que “los judíos ya controlan los destinos en ambas partes, en Oriente lo hacen a través de los regímenes totalitarios comunistas, y en Occidente lo hacen a través de su enorme poder económico”.

Sin embargo, el mito del “enorme poderío judío” nunca fue más que eso, un mito.

Empecemos por el caso del industrial norteamericano Henry Ford. Si realmente los judíos de Norteamérica hubiesen tenido el enorme poderío financiero que el mismo Henry Ford les atribuyó en su propaganda pre-Nazi entronizada en su libro antisemita El Judío Internacional, entonces no habrían tenido problema alguno en juntar los recursos financieros necesarios para: (1) montar una fábrica de automóviles similar a la que tenía Henry Ford en Michigan, (2) copiarle todos sus métodos de manufactura a Henry Ford ya sea enviándole espías industriales o contratando a los mejores ingenieros y supervisores que estaban laborando bajo la nómina de Henry Ford y (3) vender un producto mejor que el que estaba fabricando Henry Ford pero a un precio inferior. En pocas palabras, lo podrían haber hecho quebrar en unos cuantos años. Sin embargo, esto nunca sucedió. De hecho, lo único a lo que le tuvo miedo Henry Ford fue a la posibilidad de que los distribuidores judíos de los carros marca Ford decidieran boicotearlo negándose a vender sus productos. Y la cosa ni siquiera llegó a esto. De hecho, la empresa Ford Motor Company sigue subsistiendo hasta nuestros días, y las dificultades competitivas que está enfrentando no provienen de alguna empresa financiada y operada por judíos ávidos de venganza, sino a causa de la competencia presentada por los carros japoneses como Toyota y Nissan (empresas que sí hicieron lo que no pudieron o no quisieron hacer los judíos de Norteamérica, esto es, copiarle a las empresas automovilísticas norteamericanas todo lo que pudieron copiarles, mejorando tras esto los métodos de producción introduciendo robots en las líneas de ensamble, y vendiendo un producto mejor diseñado y a un precio inferior a su contraparte norteamericana). En vida, al rabioso anti-semita Henry Ford los “poderosos financieros judíos” de Norteamérica ni siquiera le pudieron hacer cosquillas. Entonces, nos preguntamos... ¿en dónde quedó el fabuloso “poderío económico judío” con el cual supuestamente si lo hubieran querido habrían podido haber dejado en la más espantosa miseria a quien a través de sus libelos ocasionó un enorme resentimiento en contra de los judíos del mundo entero contribuyendo en buena medida a la consumación Nazi del holocausto Shoah? (Irónicamente, la empresa fundada por el ultraconservador moralista Henry Ford recientemente ha estado siendo objeto de duros ataques y fuertes presiones provenientes de grupos conservadores a los cuales el mismo Henry Ford hubiera apoyado económicamente en vida, y seguramente se habría escandalizado de ver cómo bajo la administración de su heredero Bill Ford el nombre de su empresa es ligado en la actualidad con grupos sociales que para Henry Ford eran tan despreciables como los judíos a quienes tanto hostigó a través de sus escritos.)

Otro mito sobre el cual descansa el alegato del ultraderechista argumento del “enorme poder económico judío” lo fue el argumento según el cual los judíos alrededor del mundo promovieron entre las naciones el uso del patrón oro, habiendo amasado previamente gracias a sus milenarias “prácticas usureras” enormes cantidades de oro que serían usadas para respaldar el valor de las monedas de las naciones controladas económicamente por ellos. (Algunos textos de la extrema derecha les atribuyen la posesión secreta de grandes minas de oro equiparables a las míticas minas del Rey Salomón, inclusive dando por cierta la famosa obra de ficción de Sir Henry Rider Haggard citándolo no como un novelista sino como un historiador consumado.) Veamos primero lo que dice el Primer Protocolo del fantasioso libelo anti-judío Los Protocolos de los Sabios de Sión (supuestamente, quienes hablan son “judíos poderosos e intrigantes” moldeados al estilo de los super-villanos que aparecen en las películas del agente secreto británico 007 James Bond, tales como Auric Goldfinger):

En nuestros días, el poder del oro ha reemplazado al poder de los gobiernos liberales. Hubo un tiempo en que la fe gobernaba. La idea de libertad es irrealizable, porque nadie hay que sepa usar de ella en su justa medida. Basta dejar al pueblo que por algún tiempo se gobierne a sí mismo, para que inmediatamente esta autonomía degenere en libertinaje. Surgen al punto las discusiones, que se transforman luego en luchas sociales, en las que los Estados se destruyen, quedando su grandeza reducida a cenizas. Sea que el Estado se debilite en virtud de sus propios trastornos, sea que sus disensiones interiores lo ponen a merced de sus enemigos de fuera, desde ese momento, ya puede considerarse como irremediablemente perdido; ha caído bajo nuestro poder.

Ahora veamos lo que dice el Segundo Protocolo:

En la Prensa está encarnada la libertad de palabra. Pero los Estados no han sabido utilizar esta fuerza que ha caído ya en nuestras manos. Por la Prensa hemos conquistado toda la influencia, quedando nosotros ocultos en la sombra, y gracias a ella hemos podido amasar el oro con nuestras manos como precio de los torrentes de lágrimas y de sangre, en medio de los cuales hemos podido arrebatarlo.

En el Quinto Protocolo tenemos las siguientes fantasías:

Todas las ruedas del mecanismo de los gobiernos dependen de un motor que está en nuestras manos: este motor es el oro. La ciencia de la Economía Política, inventada por nuestros Sabios, nos ha dado a conocer, después de mucho tiempo, el prestigio y valor del oro.

Y en el Vigésimo Protocolo leemos:

La revisión de la acuñación de moneda es una cuestión esencial para el mundo entero. Vosotros sabéis que el patrón oro fue perjudicial para los Estados que lo adoptaron, pues éste no puede dar abasto al consumo o gasto de moneda de plata, mucho menos, cuando nosotros retiramos de la circulación la mayor cantidad posible de oro.

El Protocolo Vigésimo Segundo dice:

Tenemos en nuestras manos la más grande fuerza moderna: el oro; podemos en dos días retirar nuestros depósitos en la proporción y cantidad que sea de nuestro agrado. ¿Será, pues, necesario todavía demostrar que nuestro gobierno está predestinado por Dios?

Pero el mito del patrón oro llegó prácticamente a su fin cuando Richard Nixon, el Presidente de la nación capitalista más rica del planeta, anunció el 15 de agosto de 1971 que el valor del dólar estadounidense sería desligado del patrón oro, abandonando con ello al oro como medio para respaldar el valor monetario del dólar, lo cual dicho sea de paso trajo consigo nuevos dolores de cabeza para la economía mundial empezando por la inflación galopante sufrida con la pérdida de este punto de referencia, a grado tal que han crecido las voces entre muchos respetables economistas alrededor del mundo (¡no judíos!) sobre las ventajas que podría tener el regresar al patrón oro. Cabe notar que ni siquiera en el estado de Israel se usa el oro como patrón de referencia. (¿Cómo podrían, si no hay minas de oro en Israel que valga la pena mencionar?) Entonces, nos preguntamos... ¿en dónde están guardadas esas increíbles reservas de oro con las cuales el fabuloso “poderío económico judío” controla a las economías de las naciones del mundo?

Interesantemente, hubo una nación cuyos “emisarios” se lanzaron a la invasión indiscriminada de otros países llevada a cabo en buena medida por su desmedida ambición y su sed de acumulamiento de oro y plata. Pero esta nación fue la “católica” España. Cuando Hernán Cortés y sus saqueadores genocidas desembarcaron en las costas de lo que hoy es México, lo primero que hicieron con la mayor desesperación del mundo fue buscar oro. Por esta sed de oro el último Emperador de los Aztecas, Cuauhtémoc, fue atormentado horriblemente por Hernán Cortés. Por su insaciable sed de oro, Francisco Pizarro acabó con el Imperio Inca de Perú, matando al Emperador inca Atahualpa cuando creyó que no le podía sacar más oro. ¡Oro, oro, oro! Este insaciable apetito por el oro fue lo que lanzó a los españoles por todo el continente americano en la búsqueda de la mítica ciudad de El Dorado. Y no se hable ya de la conquista de territorios a sangre y fuego con el fin de extender el Imperio Español por todo el planeta. Este saqueo sin precedentes, estas invasiones a poblados indefensos mediante guerras no-provocadas, este inmenso genocidio llevado a cabo por los Conquistadores españoles, podría muy bien ser calificado hoy en día como “la gran conspiración española” de aquél entonces para apoderarse del planeta, con la diferencia de que en contraste con la mítica "gran conspiración judía-masónica-comunista" la rapacería del Imperio Español dejó amplias huellas y cicatrices profundas en la historia de la humanidad que subsisten hasta nuestros días. Y si no se apoderaron del mundo entero, no fue por falta de ganas, fue simplemente porque no pudieron. Curiosamente, el patrón oro-plata le funcionó muy bien al Imperio Español, el cual basó su economía en sus grandes reservas de oro y plata hasta que sus colonias se le sublevaron y España perdió todas las riquezas mal habidas que estaba obteniendo del Nuevo Mundo. Pero los ultraderechistas mexicanos se abstienen cuidadosamente de hacer estas comparaciones por el hecho de que el invasor-conquistador hacía profesión de fé católica (¿?), lo cual es poco consuelo para los nativos que terminaron perdiéndolo todo y que terminaron como esclavos laborando noche y día al servicio forzado del Imperio Español en sus minas de oro y plata mientras que sus hijas eran violadas impunemente por los invasores. Y fue la Santa Inquisición Española -el equivalente colonial de la policía soviética KGB- la encargada de investigar sádicamente con sus famosos métodos interrogatorios:







a todos aquellos que pudieran representar algún riesgo para tan voraz imperio incapaz de comprender ideas tan “descabelladas” como el pluralismo religioso, la democracia, y la separación Iglesia-Estado. (Esta cuestionable institución religiosa, suprimida no por el Papa en aquella época sino por Napoleón Bonaparte tras su invasión a España, cuyos “investigadores” están bien representados en la persona del Inquisidor Bernardo Gui en la magistral novela El nombre de la rosa de Umberto Eco, es justificada hoy en día por sus apologistas con el peregrino argumento de que la Inquisición jamás ejecutaba a nadie, siendo la aplicación de la pena de muerte en algún lugar incómodo como la hoguera una atribución exclusiva del gobernante en turno; la Inquisición lo único que hacía era... “interrogar” al acusado y... de un modo u otro... sacarle “la verdad”, a lo cual dada su bien ganada fama seguramente habrán accedido rápidamente muchos de los herejes e independentistas como Don Miguel Hidalgo y Costilla que cayeron en sus manos.) Eventualmente, tras la adopción de una Constitución Española que transformó en 1978 a España en una monarquía parlamentaria, los españoles del Viejo Continente descubrieron que hay una forma mucho más honesta y mucho más satisfactoria de generar riqueza que el ir a saquearle a los nativos de otras tierras sus recursos minerales: trabajando.

Pasemos ahora al caso del crack económico sufrido por la Bolsa de Valores de Nueva York aquél jueves negro, aquél 24 de octubre de 1929 cuando la economía norteamericana entró en una severa depresión económica que terminó arrastrando consigo al resto del mundo. La literatura de la extrema derecha quisiera hacernos creer a todos que los “poderosos financieros judíos” tienen tanto dinero que ellos controlan la economía del planeta a su antojo, estando en condiciones de poder crear prosperidad o recesión como les dé la gana, culpándolos a ellos por la brutal caída sufrida por la Bolsa de Valores neoryorkina ese día. Pero si esto fuera cierto, entonces por principio de cuentas el estado de Israel desde su fundación jamás habría experimentado ni una sola crisis económica, cuando la realidad es otra diametralmente opuesta a lo que pregona la propaganda de la ultraderecha. Inclusive, la situación económica en Israel ha llegado a estar tan mala que algunos judíos rusos que emigraron a Israel tras la caída de la “Cortina de Hierro” han optado por regresar a Rusia e inclusive hay otros que han emigrado inclusive a Alemania. La economía es un asunto tan complejo que todavía se siguen dando Premios Nóbel a los intelectuales que puedan concebir algunas teorías para explicar algunos de sus vericuetos. La economía no es un simple asunto de que alguien meta dinero deliberadamente en el mercado para crear prosperidad o de que lo retire deliberadamente para crear una recesión. La economía depende de tantos factores tan impredecibles (los avances de la tecnología, los desastres naturales, la confianza de los consumidores, el desarrollo de nuevos productos, las políticas fiscales, los recursos naturales, la interdependencia con otros países, el estallamiento de conflictos militares, el calentamiento global, etc.) que tratar de atribuírle a alguien el mérito de poder controlar a su gusto la economía mundial a mediano y largo plazo es tan certero como tratar de pronosticar el clima con varios meses de anticipación. Esta es una de las razones por las cuales fracasó el modelo marxista-leninista para el crecimiento de una economía en forma controlada mediante la planificación de la misma por el Estado; tratar de planificar y controlar en forma ordenada en todas sus minucias el crecimiento de una economía nacional puede terminar estancando el aparato productivo. (De cualquier modo, el sistema capitalista de libre mercado, basado en la Darwiniana ley de la supervivencia del más fuerte, aunque superior en muchos aspectos al modelo marxista-leninista, tampoco tiene manera de ofrecer un empleo seguro al cien por ciento de la población, y mucho menos de garantizar un reparto justo de la riqueza.) Por otra parte, el crack de 1929 afectó también económicamente a muchos judíos no solo de Norteamérica sino del mundo entero; fueron muchos los que terminaron en la miseria perdiéndolo casi todo, porque cuando se desata un fenómeno de tales proporciones (al igual que un terremoto o un incendio forestal) el fenómeno no hace distinciones de raza o de religión, termina barriendo a todos por igual. Algunos textos de la extrema derecha sostienen que, a sabiendas del enorme perjuicio económico que los “grandes financieros judíos” (equiparados libremente con los mitológicos Sabios de Sión) iban a causar entre las comunidades judías, sobre todo las de clase media y clase humilde, de todos modos les era “necesario” ocasionar este desequilibrio económico mundial con el fin de “allanar el camino para la rebelión de las masas con el fin de instaurar en todo el planeta un gobierno comunista al servicio de la judería internacional”. Pero esto es otra idiotez. Con la propaganda anti-judía de Henry Ford y Los Protocolos de los Sabios de Sión circulando ampliamente a finales de la década de los treintas, lo que menos necesitaba la comunidad judía mundial era el inicio de una grave crisis económica internacional de la cual ciertamente ellos mismos terminarían siendo los principales chivos expiatorios. El inesperado crack bursátil de 1929 no hizo absolutamente nada para fomentar ni en los Estados Unidos ni en el resto del mundo el auge del comunismo como una alternativa a los caprichosos vaivenes del sistema capitalista con sus interminables ciclos de prosperidad-recesión-prosperidad (una tesis central de la extrema derecha es aquella según la cual “el objetivo” del crack era ocasionar el caos económico necesario para fomentar la instalación de un gobierno comunista mundial “controlado por judíos”). Históricamente hablando, lo único que hizo el crack fue allanarle ampliamente el camino a Adolfo Hitler para llegar al poder. E irónicamente, las pifias cometidas por éste último le permitieron a fin de cuentas a Stalin (no-judío) la enorme expansión territorial de la cual gozó el Imperio soviético con la huída de las despavoridas tropas de la Alemania Nazi, al ir dejando atrás las huestes de Hitler en su retirada a muchos países debilitados en los cuales fue relativamente fácil instalar gobiernos títeres como el de Nicolae Ceaucescu (no-judío).

El mito de “un pequeño grupo de poderosos financieros judíos” quienes con sus enormes riquezas “controlan al mundo” fue parcialmente alimentado por el auge de los grandes financieros norteamericanos dados a prácticas monopólicas como John D. Rockefeller, el pulpo de la Standard Oil, y el banquero John Pierpont Morgan, uno de los financieros más ricos de Norteamérica, los cuales por cierto ni siquiera eran judíos (Rockefeller es reconocido por sus biógrafos como un devoto Bautista norteño, y Morgan pertenecía a la Iglesia Protestante Episcopal, y ambos pese a lo negativo que se dice de ellos estuvieron involucrados en importantes actividades filantrópicas, lo cual es más que lo que se puede decir de los financieros ligados a la ultraderecha mexicana).

En el caso de México, hay poderosos financieros que tras las sombras con su enorme poderío están ejerciendo una influencia funesta y nociva en la política apoderándose de todo, buscando siempre proteger sus propios intereses personales. Pero estos super-capitalistas, hasta donde es posible saberlo, no son judíos. De hecho, aquellos a quienes apoyan y con quienes han establecido alianzas y pactos secretos son rabiosamente anti-judíos, profesan las misma ideologías que profesaban (y siguen profesando) los nazi-fascistas de Europa, muy en especial los herederos culturales de la Falange española de ese dictador vitalicio Francisco Franco que logró estancar por décadas a su país en uno de los peores atrasos económicos del viejo continente. Los podemos encontrar en la Mesa Directiva de los principales accionistas de una empresa que en los hechos ha monopolizado las comunicaciones visuales en México, TELEVISA, a la cual le agrada muy poco la idea de que muchos mexicanos hartos de la injerencia de esta empresa en los procesos electorales de México se puedan enterar de que en otros países avanzados como el Reino Unido un medio tan importante como la BBC de Londres pueda operar financiada completamente con los impuestos de los contribuyentes, sin comerciales intercalados, produciendo programación de alta calidad, y lo más importante, sin injerencia alguna en los procesos electorales a favor de candidato alguno al puesto de Primer Ministro. Los podemos encontrar entre los banqueros que se beneficiaron a manos llenas con ese saqueo multimillonario al pueblo de México conocido como el FOBAPROA, avalado por el Partido Acción Nacional, y protegidos por el gobierno del pro-Yunquista Vicente Fox quien rompiendo una promesa de campaña no movió un solo dedo para que los detalles del saqueo pudieran salir a la luz pública. Los podemos encontrar entre la lista de los políticos más ricos y corruptos de México como Carlos Salinas de Gortari, Diego Fernández de Cevallos, y la descendencia del ex-Presidente Miguel Alemán Valdés. Los podemos encontrar también en una empresa poderosa como la cadena de tiendas de zapatos Coppel-Canadá cuyo dueño liberalmente distribuyó cientos de cartas a sus empleados conminándolos a votar en contra del izquierdista Andrés Manuel López Obrador. Y los podemos encontrar, naturalmente, entre los multimillonarios dueños de la Universidad Autónoma de Guadalajara. Los “poderosos financieros” mexicanos son los mismos a quienes el candidato presidencial respaldado por la ultraderecha, Felipe Calderón, les debe su dudoso triunfo. Ellos fueron quienes al margen de la Ley le inyectaron cientos de millones de pesos a su campaña, rebasando con mucho los topes legales en la consumación de una elección de Estado en la cual todos, absolutamente todos los delitos electorales cometidos por estos hampones de cuello blanco fueron dejados en la más absoluta impunidad por los siete Magistrados que integraron el Tribunal Federal Electoral y por el Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Mariano Azuela Güitrón, a quienes a su vez muchos (entre ellos López Obrador) acusan de haberse corrompido, de haberse vendido como prostitutas al mejor postor. Los vimos en acción primero cuando estuvieron saliendo -ilegalmente, en franca violación a las leyes electorales de México- miles de spots por televisión comparando en términos despectivos al candidato de la izquierda López Obrador con el presidente venezolano Hugo Chávez, y nuevamente tras las elecciones cuando estuvieron saliendo numerosos spots por televisión a todas horas del día exigiéndole a los seguidores de López Obrador levantar el plantón (“¡Levanten el plantón!”) montado por los seguidores de López Obrador en protesta en contra del presunto fraude electoral cometido por los seguidores de Felipe Calderón, así como apoyando a un Tribunal Federal Electoral que de antemano se sabía que iba a avalar todas las trapacerías que le dieron su cuestionable triunfo a Felipe Calderón (“¡Yo defiendo al Tribunal, porque el Tribunal defiende mi voto!”). Los ríos de dinero usados para pagar esta costosa campaña televisiva salieron directamente de los bolsillos de los grandes financieros mexicanos aliados con la derecha radical anti-judía de México. Es la élite de la plutocracia mexicana a la cual los minúsculos empresarios judíos que conforman un segmento importante de la industria textil mexicana (bajo asedio por el contrabando de origen chino) distan mucho de poder hacerles contrapeso. Posiblemente ni siquiera todos los judíos de Latinoamérica, si juntaran todos sus recursos económicos en uno solo, le podrían hacer contrapeso a estos super-financieros mexicanos varios de los cuales están clasificados entre los hombres más ricos del mundo por la revista Forbes. Entonces, nos preguntamos... ¿en dónde están aquellos supracapitalistas judíos (consúltese el libro Supra-Capitalismo del historiador revisionista neo-Nazi Salvador Borrego, publicado por la empresa Editorial Nuevo Orden) que la extrema derecha mexicana inventó como “coco” para asustar a sus crédulos seguidores?

Y continuando con México, cuando el errático e inestable Presidente mexicano Luis Echeverría Alvarez (autor intelectual del halconazo y artífice de la brutal devaluación del peso que tumbó su valor de 12.50 pesos por dólar a 25 pesos por dólar) seguramente asesorado y azuzado por los extremistas encubiertos de la ultraderecha que ya para entonces estaban comenzando a infiltrar exitosamente los altos estratos del gobierno federal le ordenó al Embajador de México ante las Naciones Unidas que el 22 de marzo de 1975 México diera su voto favorable a una propuesta árabe contenida en la Resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU para clasificar al Sionismo como una forma de racismo, la iracunda comunidad judía norteamericana lo más que pudo hacer fue tratar de llamar un boicot en contra de la industria turística mexicana, lo cual por cierto no hizo gran mella en los bolsillos de los grandes financieros hoteleros mexicanos. Ninguno de ellos quebró. Entonces, nos preguntamos... ¿en dónde quedó el fabuloso poderío pregonado por Los Protocolos de los Sabios de Sión según los cuales la “poderosa” comunidad judía internacional puede doblegar en el momento que quiera a cualquier nación a sus deseos? ¿En dónde quedó la mítica influencia cripto-judía según la cual “poderosos judíos” apoyados por masones comunistas pueden manejar a su antojo todo lo que ocurre dentro de la ONU?

(Según algunos libros de texto de la extrema derecha, la ONU fue creada por judíos del mundo entero como un paso preliminar a la creación de un super-gobierno mundial judío controlado por judíos, con sede en Nueva York. Ésta fantasía de un gobierno mundial secreto controlado por unos cuantos está siendo reciclada en tiempos recientes con un nuevo nombre, el Club Bilderberg, cuyo propulsor Daniel Estulín, un canadiense de origen ruso, seguramente se ha de haber inspirado en Los Protocolos de los Sabios de Sión fabricados en su propia patria de nacimiento, culpables de desatar la histérica fanática de la cual brotó el Nazismo en Alemania. Y por cierto, entre los que votaron a favor de la resolución 3379 se encuentra nada menos que la desaparecida Unión Soviética, acusada previamente por la ultraderecha mundial como la sede del marxismo-leninismo desde la cual “los judíos comunistas gobernando a la Unión Soviética” se iban a apoderar del mundo. Y por cierto, quienquiera que sepa algo de Historia, y haya vivido aunque sea algunos días en Israel, sabe perfectamente que el Sionismo no es una forma de racismo, aunque esto no excluye el hecho de que hay algunos sionistas que son racistas, como también hay algunos norteamericanos sureños que son racistas, como también hay algunos mexicanos residentes en la hermosa ciudad de Guadalajara que son rabiosamente racistas aunque cuando se ven en el espejo no puedan encontrar por más que busquen la imagen de un ario rubio, alto, y de ojos azules. Aunque la Resolución 3379 fue revocada posteriormente por la Resolución 4686 el 16 de diciembre de 1991, el hecho de que la Resolución 3379 haya permanecido vigente por 16 años ininterrumpidos es frecuentemente citado como una prueba más de que las Naciones Unidas son un organismo hostil prejuiciado en contra de Israel. Y dicho sea de paso, ha habido muchas otras resoluciones en la ONU adversas al estado Judío. Entonces, nos preguntamos... ¿pues no que la ONU era un organismo controlado por judíos como el paso preliminar para la creación de un super-gobierno mundial judío con sede en Nueva York? ¿Quién se los quitó? ¿La Organización Nacional del Yunque?)

Tomemos ahora el caso de Argentina. Este país alberga una de las comunidades judías más importantes del mundo, la tercera después de Israel y Estados Unidos. Y sin embargo, pese a contar con una población judía tan extensa, ello no fue obstáculo para que una cantidad considerable de criminales Nazis se trasladaran a Argentina tras la derrota de Hitler, encontrando puertas abiertas en dicho país y una nueva oportunidad para prosperar y florecer dejando atrás su negro pasado. Inclusive el periodista y escritor Abel Basti Abel Basti en sus libros “Bariloche Nazi: Guía Turística” y “Hitler en Argentina” presenta la interesante tesis de que Hitler murió en la más absoluta impunidad precisamente en la Argentina a fines de los años 60, señalando que su tumba se encuentra en algún lugar desconocido de la Patagonia argentina bajo un nombre falso de origen italiano (con el fin de evitar que su tumba sea “desecrada”). De acuerdo a un artículo de Marcelo Izquierdo titulado “Argentina: La presunta estancia de Hitler”, publicado por la revista PROCESO en su edición correspondiente al domingo 3 de septiembre del 2006, la investigación de Basti, excorresponsal de la agencia de noticias Dyn y del diario Ámbito Financiero en la región, nacido en Buenos Aires pero radicado en Bariloche, comenzó en 1994 cuando en esa ciudad patagónica fue arrestado el criminal de guerra nazi Erich Priebke (el cual vivió medio siglo en Argentina exhibiéndose tranquilamente a la vista de todos en una impunidad total), posteriormente condenado a cadena perpetua en Italia por la muerte de 335 personas el 24 de marzo de 1944, en una acción conocida como la matanza de las Fosas Adreatinas, en las puertas de Roma. Priebke había vivido décadas en la más absoluta impunidad en la zona de Bariloche, donde habita una numerosa colonia alemana. “Ahí empecé a investigar el fenómeno nazi” en la Patagonia, dijo Basti en su entrevista con la agencia Apro, y así surgió su primer libro, “Bariloche Nazi”, donde se mencionan los lugares a donde llegaron los fugitivos y criminales que escaparon tras la guerra. Basti ahondó su investigación y empezó “a hacer acopio de mucho material” que, según dice, lo llevó hasta el mismísimo Hitler. Según cuenta, logró hablar personalmente con “cinco personas” que afirman haber visto al exdictador alemán en distintos puntos de la Argentina y, a través de esos relatos, logró armar la historia que promete seguir en un próximo tercer libro suyo. Basti sostiene en sus libros que Hitler no se suicidó junto con su compañera Eva Braun en su búnker de Berlín, ante el asedio de los soviéticos en el final de la guerra, afirmando que “Tenía un plan de escape elaborado en los últimos años y ese plan era refugiarse en la Patagonia”, a lo cual agrega: “La historia oficial niega la llegada de un grupo de submarinos nazis a las costas de la Patagonia tras el conflicto. Pero tras la rendición alemana arribaron a nuestras costas 12 submarinos que seguían un plan de escape. Uno de sus capitanes fue German Wolf, ya fallecido, y a cuyo círculo íntimo entrevisté y pude conocer la historia”. En uno de esos submarinos, cuenta, viajaban Hitler y Braun, 30 años menor que el dictador nazi, con la anuencia de los Aliados. Basti observa que “Estados Unidos recibió 300 mil nazis entre científicos, soldados y hasta criminales de guerra. Los reciclaron en instructores de boinas verdes, expertos en tecnología espacial, desarrollo nuclear y misilístico”. Aunque el número de Nazis que emigraron a Norteamérica sigue siendo objeto de debate, muchos historiadores dán por hecho de que fueron millares. Entonces, nos preguntamos... ¿en dónde quedó el fabuloso “poderío político judío” con el cual fácilmente podrían haber logrado que el Presidente Harry S. Truman -señalado sin pruebas por la literatura de la extrema derecha como un cripto-judío- le cerrara las puertas a los Nazis que tras la derrota de Alemania huyeron a Norteamérica para iniciar una nueva vida?

Continuando con las interesantes aserciones de Basti, él afirma que logró reconstruir las vías de escape a través del relato de personas que convivieron con jerarcas perseguidos por su papel en la guerra y crímenes cometidos en ella. “Hubo distintas vías de escape. El grueso de los nazis lo hizo mediante barcos, desde Génova y otros puertos bajo protección aliada. Tengo el relato de la mujer de un excapitán nazi que cuenta cómo les daban pasaportes falsos argentinos cuando embarcaban”. El plan, asegura, “era del conocimiento de la dictadura militar que entonces gobernaba argentina. Posteriormente, el gobierno de Juan Domingo Perón (1945-1955) siguió dando amparo a los nazis. La zona había sido estudiada por un espía alemán, el almirante (Wilhelm) Canaris. Su estudio encajaba perfectamente con el plan para resguardar a Hitler. El país se pobló de nazis: el médico Joseph Menguele (quien murió en Paraguay), Adolf Eichman (secuestrado en Buenos Aires por una célula israelí y ejecutado en Israel en 1961) y Priebke, entre muchos otros, vivieron muy tranquilos en Argentina. Tras su desembarco, se radicó en la estancia San Ramón, a 20 kilómetros de Bariloche, que pertenecía a capitales alemanes. Allí vivió por lo menos algunos meses. Fue el primer campo alambrado de la región; tenía 6 mil hectáreas. Los descendientes de la cocinera de la hacienda (ya fallecida) me contaron que la mujer relataba historias de cuando atendía personalmente a Hitler”. Según Basti, por ese entonces Hitler se mantenía activo y sostenía reuniones periódicas con representantes de la Croacia nazi. “Entrevisté a un testigo de esas reuniones”, afirma el periodista. Este testigo relató que entonces “había una expectativa de Tercera Guerra Mundial entre aliados y rusos, y en ese caso, una alternativa era que resucitara Hitler y liderara el ejército nazi para combatir el comunismo. Esa expectativa se fue perdiendo con la Guerra Fría”. Basti agrega que “la hija de un general amigo de Perón cuenta que Hitler visitaba a su padre en Buenos Aires. Este hombre formaba parte de un circulo muy cerrado de argentinos y nazis alemanes y croatas que conocían la situación. Después, Hitler tuvo una permanencia en el sur de la Patagonia, luego hay movimientos por el norte, hasta que recaló en la provincia de Córdoba (centro del país). Entrevisté a una persona que lo atendía en la localidad de La Falda. Allí estaban los principales financistas nazis”. De acuerdo con su relato, en La Falda hay “cartas, películas y regalos” de Hitler. “Incluso hay documentos del FBI de la época que hablaban de transferencias de dinero del partido nazi a la Argentina. Vi cartas (de Hitler) con fechas anteriores al suicidio. Entrevisté al depositario de las cartas y fotos, y a la única mujer que vivía en el chalet donde estuvo Hitler. Se llama Catalina Gomero, es la hija adoptiva de un matrimonio, dueño del hotel El Edén, que dio albergue a Hitler en la zona de La Falda. Ella recuerda una estadía muy corta en 1949 y, después, un traslado al cerro Paz de Azúcar, cerca de La Falda. Era un lugar desolado. Lo llevaron allí a un chalet de su propiedad y lo asistían desde la ciudad. Un chofer le llevaba víveres y elementos para vivir, y ellos iban todos los domingos a visitarlo y se quedaban a almorzar. Hitler se movía con Eva Braun, y lo cuidaban dos guardaespaldas alemanes”. Basti añade que la estadía duró varias semanas. Luego “todas las semanas entraba una llamada de Hitler, vía operadora, desde Mendoza (limítrofe con Chile). Las llamadas duraron hasta 1964”, y cesaron con la muerte del matrimonio dueño del hotel. El rastro se pierde a fines de los 60. “El seguía viviendo con Eva Braun cuando muere y es enterrado. Esta parte de la historia es motivo de investigación y los expondré en mi próximo libro”, cuenta el periodista.

En la entrevista que le realizó a Basti el articulista de PROCESO Marcelo Izquierdo, tenemos el siguiente intercambio:

-¿De confirmarse esta teoría, como es posible que Israel no interviniera en su captura, como sí lo hizo con otros jerarcas nazis, como Eichman?

-Por alianzas internacionales. Los gobiernos de Estados Unidos y de Gran Bretaña tenían conocimiento de todo. Hay muchos documentos aún clasificados. Da la sensación que se avanzó hasta donde se quiso llegar. Existen documentos que ya debían haberse desclasificado y fueron reclasificados por otros 20 años. Algún motivo debe haber.

-¿Y qué pasó con Eva Braun?

-Hitler debe haber muerto a los 80 años. Eva Braun tenía 30 años menos y no hay ningún indicio sobre su suerte. Le perdí el rastro. Es un gran misterio. Hoy podría ser una anciana de 90 años.

La tesis de Abel Basti tiene varios agujeros, el primero de ellos siendo el hecho de que el hombre a quien Hitler supuestamente confió su plan de escape era el Almirante Canaris, el cual tenía pocas simpatías al Nazismo y a las atrocidades que se estaban cometiendo en su nombre, a grado tal que el mismo Canaris fue torturado horriblemente y ejecutado con lujo de saña tras el fallido atentado del 20 de julio de 1944 en contra de la vida de Hitler. De haber sido cierta la participación de Canaris en la planeación de un plan de escape de Hitler, es muy posible que habría hecho llegar dicha información por lo menos a las comunidades judías de Argentina para que a su llegada lo estuvieran esperando para darle el recibimiento que se merecía. Otro agujero es que, después del atentado en contra de su vida, Hitler quedó en un estado físico tan lamentablemente deteriorado, agravado con su mal de Parkinson, que de acuerdo con su médico personal Theodor Morell, Hitler tenía ya pocas esperanzas de gozar una larga vida llegando “hasta los 80 años”, seguramente disminuídas aún más por los poco convencionales métodos del Doctor Morell. Aún otro agujero en la tesis es el hecho de que al irse acercando las tropas aliadas y las tropas soviéticas a Berlín, Hitler estaba cercado con pocas posibilidades de escape. Un intento de huída bajo estas condiciones, con el riesgo enorme de ser capturado, habría requerido un valor extraordinario difícil de encontrar en un hombre que se presume que decidió escapar por la puerta falsa mientras seguían muriendo en el campo de batalla quienes creyeron ver en él un Mesías alemán.

De cualquier modo, lo importante aquí es la aceptación del hecho de que precisamente en el país con una de las mayores comunidades judías del mundo entero había condiciones más que favorables para recibir y acoger con los brazos abiertos a todos los criminales de guerra Nazis que buscaban una segunda oportunidad, muchos de los cuales prosperaron y murieron tranquilamente en dicho país. Entonces, nos preguntamos... ¿en dónde quedó el fabuloso “poderío judío” del cual decían estar huyendo? ¿Pues que no había “judíos intrigantes” por doquier acechando a los pobrecitos Nazis? Y precisamente en la Argentina floreció la publicación de libros “ultranacionalistas” (así le llaman a la extrema derecha en Argentina) ante la impotencia de la enorme comunidad judía argentina para poder hacer algo para detener la publicación por toneladas de esta propaganda chatarra, libros que nutrieron a los enfermos mentales genocidas que usaron a la Escuela Mecánica de la Armada como una versión argentina de los campos de concentración de la Alemania Nazi en donde muchos argentinos -tano judíos como no-judíos- fueron horriblemente atormentados y desaparecidos sin que nadie pudiera hacer algo para detenerlos en su desbocada locura. Entonces, nos preguntamos... ¿pues que tan poco era lo que podían hacer los judíos de Argentina con todo y su “inmenso poderío” para detener la publicación de la persistente propaganda neo-Nazi en Sudamérica? ¿Pues que acaso los “poderosos judíos” no controlaban a la Prensa mundial según lo afirma la ultraderecha? (En lo que a México respecta, la extrema derecha tampoco ha tenido problema alguno en publicar y vender su voluminosa propaganda chatarra, y cuando se dejan de vender algunos de sus libros de texto como “Israel Manda” o “Sinfonía en Rojo Mayor” ello es porque la demanda es tan baja que resulta incosteable mantenerlos en circulación y no porque haya alguna prohibición o censura obtenida bajo presión del “lobby israelita de México”. La comunidad judía de México parece más bien resignada a aguantar, en la mayor de las impotencias, la publicación de estas aberraciones, sin poder hacer nada al respecto.)

Veamos ahora el caso de Polonia. Antes de la Segunda Guerra Mundial, este país contaba con la mayor población judía de Europa (¡tres millones de judíos, comparados con el medio millón de judíos que residía en Alemania!). Si realmente los judíos europeos -al menos los que habitaban en Polonia- hubiesen tenido tan grande influencia en los asuntos de la vida política del país, entonces cabe razonar que el gobierno polaco habría tenido muchos judíos con una enorme influencia colocados en posiciones gubernamentales destacadas. Lo cual no ocurrió. Por otro lado, si realmente hubiera sido cierto el trillado argumento de la ultraderecha sobre la existencia de una “gran conspiración judía-comunista”, entonces la enorme comunidad judía con la que contaba Polonia habría aprovechado la vecindad inmediata de Polonia con el único país comunista que había en aquél entonces -Rusia- así como el descontento laboral que había entre muchos desempleados por la crisis económica mundial causada por el crack en la Bolsa de Valores de Nueva York en 1929, para llevar a cabo un levantamiento popular armado con el fin de instaurar en Polonia un gobierno comunista controlado en su mayor parte o en su totalidad por judíos, apoyados con todo el armamento que hubieran necesitado proporcionado por la Rusia soviética para llevar a cabo la revuelta armada. Pero esto tampoco ocurrió. De hecho, lo que ocurrió fue que el dictador soviético Stalin, a sabiendas de que Adolfo Hitler había expuesto muy claramente en su libro “Mein Kampf” (Mi Lucha) un odio racial intenso hacia los judíos, concertó un pacto muy amistoso con Hitler para anexar la mitad de Polonia a Rusia , entregándole la otra mitad de Polonia con sus judíos al régimen Nazi que terminaría matando a la gran mayoría de ellos en los campos de concentración de Auschwitz situados precisamente en la misma Polonia. Entonces, nos preguntamos... ¿pues que acaso no había sido la revolución bolchevique rusa una revolución urdida de principio a fin por judíos astutos y financiada por multi-billonarios banqueros judíos con más dinero en sus rebosantes bolsillos que Rico Mac Pato -el acaudalado tío escosés del Pato Donald-, según nos lo jura la ultraderecha? (Consúltese el libro Les origines secrètes du bolchevisme, “Los orígenes secretos del bolchevismo”, uno de los libros de texto predilectos de los Nazis y sus sucesores, escrito por un mendaz extremista francés que optó por ocultar su verdadera identidad del resto del mundo bajo el seudónimo de Salluste sin tener absolutamente nada en común con el notable historiador romano Salustio, siendo ésta una práctica cobarde muy común entre los individuos de su especie copiada por uno de los principales “Tecos” fundadores de la Autónoma de Guadalajara, Carlos Cuesta Gallardo, quien también ocultó su verdadera identidad escondiéndose bajo el seudónimo de Traian Romanescu, un ficticio profesor rumano que nunca existió.) ¿Pues entonces no eran judíos los que controlaban todos los puestos clave del gobierno comunista ruso? ¿Entonces cómo nos explica la ultraderecha el que los “judíos marxistas-leninistas de la Rusia comunista” a los cuales supuestamente Stalin debía rendirles cuentas hubieran entregado en charola de plata tantos judíos a sus verdugos?

Quizá el caso más relevante que termina por desinflar el mito del “enorme poderío judío internacional” es precisamente la existencia de la Organización Nacional del Yunque en México. Si realmente los judíos hubieran tenido tan sólo la centésima parte del increíble poderío que les han adjudicado, entonces habrían bloqueado exitosamente en el Congreso norteamericano la ayuda económica que tan desesperadamente reclamaba la ultraderechista Univesidad Autónoma de Guadalajara para salir de la mediocridad en la que se encontraba, con lo cual seguiría siendo una institución mediocre. Y tras ello se habrían movilizado ante el Congreso norteamericano para que se colocase en una “lista negra” a todos los funcionarios de la UAG negándoles visas de entrada a los Estados Unidos. Y sus contrapartes europeos habrían hecho lo mismo. Pero ni siquiera esto han podido lograr. La extrema derecha ha florecido en México sin que nadie -y no estamos hablando únicamente de personas que pertenezcan a la comunidad judía de México- haya podido hacer absolutamente nada para impedir el enquistamiento de estos extremistas en el poder. Entonces, nos preguntamos... ¿en dónde quedó el fabuloso “poderío judío” denunciado en la propaganda chatarra circulada y promocionada ampliamente tras bambalinas por El Yunque y por Los Tecos -estudiantes y egresados- de la Universidad Autónoma de Guadalajara?

Es posible que algunos judíos trabajando duramente sin descanso en muchas de las lavanderías judías de Nueva York o batallando para mantener a flote a duras penas alguna casa de empeño en una ciudad como Los Angeles hubieran deseado ver como cierta esa parte de la leyenda que les atribuye tantas riquezas, tanto poder, y tanta influencia alrededor del mundo, o por lo menos que el resto de la gente los tratase con sumo respeto y temor en consideración al mito del “enorme poder judío”. Y como a nadie le gusta que otros abusivos lo vean y lo traten como a un enano insignificante, es posible que aquí haya habido una motivación subconsciente para no desmentir el mito y las mentiras que lo apoyan con la fuerza enérgica con la cual debió haber sido desmentido desde un principio, dejándolo crecer hasta salirse fuera de control. Del mismo modo, a muchos mexicanos posiblemente les gustaría que fuese cierta la leyenda según la cual se ha corrido secretamente la voz entre muchos mexicanos de que hay que irse a vivir a los Estados Unidos de Norteamérica legalmente o como indocumentados, multiplicándose allá como conejos con las elevadas tasas de natalidad que distinguen a los amorosos mexicanos para así, de este modo, eventualmente sobrepasar poblacionalmente a los anglosajones y a los afroamericanos (y, ¿por qué no?, también a los judíos que viven ahí), y de este modo, por la fuerza de los números, reconquistar para México los territorios que le fueron injustamente arrebatados con el Tratado de Guadalupe Hidalgo. Pero estos son sueños güajiros. Ni se ha corrido la voz ni se ha desatado consigna secreta alguna entre los mexicanos para irse en masa a los Estados Unidos con este propósito. La totalidad de los mexicanos que han emigrado al Norte lo han hecho por razones de índole económica (más unos cuantos que en algunas épocas se han ido como refugiados políticos), y para muchos el desarraigarse de la tierra que los vió nacer dejando atrás sus costumbres y sus tradiciones ha sido la decisión más dura de sus vidas, como seguramente lo fue para los judíos que conforman la Diáspora que tuvo lugar cuando el Imperio Romano decidió acabar con la comunidad judía al sublevarse ésta en contra de la ocupación romana.

Sobre esto último, y contrariamente a lo que pregona otro de los mitos de la extrema derecha, según el cual el judío ordinario se rehusa tenazmente a integrarse a las culturas y a las costumbres de los países en donde reside resistiendo cualquier intento de asimilación, las nuevas generaciones de niños judíos en países como Norteamérica han estado asimilando costumbres gringas a un ritmo tan alarmante -en un proceso acelerado por los matrimonios inter-raciales con los practicantes de otras religiones-, que la esencia básica de las milenarias tradiciones y costumbres hebreas que conforman al judaísmo están siendo diluídas o borradas de plano en lo que algunos rabinos alarmados han llamado un genocidio cultural, mismo proceso mediante el cual los mexicanos que han emigrado hacia los Estados Unidos contemplan impotentes cómo sus hijos y nietos terminan convirtiéndose en pochos y “chicanos” perdiéndole el gusto a la comida típica mexicana sustituyéndola por el fast food de los hot-dogs y las hamburgesas, reemplazando la hermosa tradición del “Día de los Muertos” por el comercializado paganismo cómico de humor negro conocido como Halloween, y hablando un dialecto nuevo conocido como el Spanglish. No en vano los judíos nativos de Israel (los sabras) ven con recelo y desconfianza la llegada masiva de inmigrantes judíos procedentes de otros países como Norteamérica, aunque la historia demuestra que los contactos con otras culturas invariablemente dejan alguna huella o alguna enseñanza. (No todo es necesariamente malo; la adopción de la democracia como forma de gobierno es uno de los triunfos del estado de Israel que, dicho sea de paso, restituye en cierta forma el ejemplo de Moisés quien se resistió en vida a ser coronado rey.)

A como están las cosas, tal vez ya haya algunos mexicanos que realmente desearían que los judíos dispersos alrededor del planeta tuvieran aunque fuese una pequeña parte del fabuloso poder económico y político que la extrema derecha les ha atribuído para que, con tal poderío y ejercitando un derecho legítimo de defensa, hicieran algo para frenar o acabar de tajo con la locura ultraderechista que nació en la ciudad de Guadalajara y que se está apoderando de todo México. Pero esto no va a ocurrir. Porque tal poderío nunca existió, salvo en la fértil cuan enfermiza imaginación de los intelectuales y los revisionistas históricos que generan la propaganda basura de la ultraderecha.

Todo esto, desde luego, tiene una moraleja. La moraleja es que, pese a la declarada naturaleza antisemita del movimiento fanático de extrema derecha conocido como la Organización Nacional del Yunque y pese al enorme poderío que a través del Yunque han logrado amasar los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, los judíos de todo México carecen de medios para poder detenerlos, y la gran mayoría de ellos parecen haber optado por resignarse a fingir que la amenaza no existe. Ni siquiera los judíos del continente americano, uniendo sus recursos combinados, están en condiciones de poder hacer algo al respecto, como tampoco fueron capaces en su momento de poder hacer algo para detener a nazi-fascistas de la derecha radical como Adolfo Hitler y Francisco Franco. Jamás tuvieron tanto poder como el que insiste en adjudicarles la extrema derecha. Y en lo que al Estado de Israel respecta, sus habitantes están ya bastante ocupados tratando de sobrevivir entre tantos enemigos como Irán y Siria como para poder ofrecer algún tipo de ayuda a sus congéneres en otros países del mundo como es el caso de México. El grave peligro que se ha generado en México y que ya amenaza con desbordarse hacia otros países va a tener que ser enfrentado dentro de México por mexicanos. No vendrá ni se puede esperar que venga nadie de fuera para poner en orden la casa. Al vecino país del Norte parece importarle poco lo que está sucediendo en México, ocupado como está con el terrorismo islámico consumiéndole toda su atención, pese a que a estas alturas sus servicios de inteligencia ya deberían de haberle informado a su Presidente la gravedad del asunto. En pocas palabras, México se encuentra solo y no debe esperar contar con la ayuda de nadie fuera de México para quitarse este lastre de encima. Y así, al igual que como ocurrió en Alemania, en Italia, y en España, los extremistas avanzan su causa como un cáncer fatal que está desintegrando las células sanas de la sociedad. Y ya ni siquiera parece importarles el que están siendo puestos al descubierto por algunos de quienes en un tiempo fueron sus más leales seguidores.

Y ésto último no es un mito.


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POST SCRIPTUM:


Entre los comentarios enviados a este trabajo, uno de ellos (enviado por un comentarista anónimo) señala que aquí “se omite por completo el rol significativo que desempeñaron los judíos conversos apodados marranos en contra de la España imperial”, indicando que tras su expulsión en 1492 estos constituyeron colonias en Europa, el lejano Oriente y el Nuevo Mundo ubicándose en todos los centros comerciales de esos lugares y controlando en gran medida el comercio de Europa Occidental, agregando que eran familias internacionales establecidas en tales centros y que aún mantuvieron relaciones económicas con España y Portugal y que en manos de colonias marranas se hallaba el comercio de muchos productos como el azucar, el tabaco, el coral y la importación de piedras preciosas, señalando que Holanda y en concreto Amsterdam fue el foco mas importante del marranismo llegando a sumar en el siglo XVI unos 4,000. Para tratar de darle mayor credibilidad a sus argumentos, el comentarista cita algunos párrafos del historiador judío Cecil Roth:




presuntamente tomados de su libro Historia de los Marranos destacando como figura representativa del “marranismo internacional” a Diego Mendes, director de la filial en Amberes de la Casa Mendes de Lisboa, sociedad bancaria y mercantil que sobresalía como empresa financiera y cuyas operaciones abarcaban a Francia, Alemania, Italia e Inglaterra. Habiendo anotado lo anterior, el comentarista introdujo sentencias acusatorias diciendo: “Disponiendo de una notable influencia en los países enemigos de España, sobre todo en Inglaterra, Holanda y Turquía, los marranos lidereaban todas las acciones destinadas a aniquilar al Imperio Español.” (¿Realmente escribió esto Cecil Roth? ¿Qué opina el lector?) Hecho esto y obtenida la “credibilidad” ante los ojos del recipiente del comentario, el comentarista nombra al también historiador judío-polaco Jacob Shatzky:





atribuyéndole haber dicho “los judíos sefardíes contribuyeron a la lucha contra España con diversos medios: diplomáticos y hasta militares-piratescos. Las pruebas de la ayuda judía a los enemigos de España son totalmente verídicas (¿?)... De ahi que sea difícil encontrar algún conflicto internacional producido en el siglo XVI, en el que España haya estado mezclada y en el que los exiliados españoles no hayan ayudado a los que estaban contra su enconada enemiga... Nada tiene de extraño, pues, el que la ciudad de Amberes se convirtiera en el cuartel general de las conspiraciones de los marranos contra España (¿?)... Esa lucha no era solo religiosa sino también político estadual”, citando como fuente de referencia la obra “Ideologías y sentimientos del judaísmo español despues de la Expulsión (1492)” supuestamente elaborada por Shatzky.

Pero aquí ocurre algo muy curioso. Los libros más conocidos de Jacob Shatzky cuyo nombre correcto es Yankev Shatski aunque dependiendo del idioma de la fuente de referencia en que se le cite también se le puede encontrar como Jacob Shatsky ó Yaakov Shatski (y de los cuales el comentarista por cierto no hace mención alguna) son: The Chmielnicki Massacres of 1648, Jewish Educational Policy in Poland from 1806-1866 y The History of the Jews in Warsaw. El primer libro trata acerca de las masacres en contra de las comunidades judías ocurridas en Polonia en 1648 a raíz de una lucha sangrienta que tuvo lugar entre los cosacos de Ucrania y los tártaros de Crimea. El segundo libro trata acerca de la educación que recibían los judíos de Polonia entre 1806 y 1866. Y el tercer libro (su obra cumbre) trata acerca de la historia de los judíos en Varsovia. No es posible encontrar en Internet fuentes acreditadas que den información alguna acerca del supuesto escrito elaborado por Jacob Shatzky en donde el historiador judío-polaco (naturalizado norteamericano) decididamente confiesa, admite y “reconoce”, como si estuviera hablando a nombre de los judíos del mundo entero, que definitivamente había un malvado complot judío en contra del Imperio Español. La obra literaria del Doctor Jacob Shatzky es amplia, e incluye obras tales como “Jewish Ideologies in Austria during the Revolution of 1848,” publicada en Freedom and Reason: Studies in Philosophy and Jewish Culture (1951), “On Jewish Medical Students of Padua” publicada en el Journal of the History of Medicine 5 (1950), “Avraham Yakov Stern (1768-1842)” que es una biografía, “Balance sheet of a Jewish historian”, “Menakhem ben Fayvish Ringelblum (1900–1944)”, “Guatemala” publicada en diciembre de 1965 en el Jewish Journal of Sociology, “Tsvey briv fun E. R. Raminski”, sin faltar desde luego una obra médica que fue una referencia ampliamente consultada en su tiempo por especialistas de la época, el “Psychiatric Dictionary” elaborado en colaboracion con el Doctor Leland E. Hinsie. Pero en lo que respecta a una supuesta obra en donde el afamado médico e historiador hiciera declaraciones “confesando” la existencia de “grandes conspiraciones judaicas” en contra del Imperio Español, no hay nada, absolutamente nada, y menos publicada en Castellano. Bueno, en realidad, sí hay unas cuantas referencias en Internet acerca de este supuesto trabajo de Jacob Shatzky del cual no se conoce versión alguna publicada en Español. Pero al mes de julio del 2011, bastaban los dedos de una sola mano para contarlas. Una de ellas está puesta en el sitio de la ultraderecha neo-Nazi norteamericano Stormfront sumamente dado al respaldo de invenciones y fraudes literarios tales como el tracto antisemita Los Protocolos de los Sabios de Sión. Otra fue enviada aquí mismo como parte de un comentario al trabajo Complot contra la Iglesia publicado por Spectator, identificándose el comentarista como un tal Julio Lemaitre. Y otra resulta ser originaria también del mismo Julio Lemaitre pero publicada en su propia página revisionista. A este tipo Julio Lemaitre se le puede encontrar con cierta frecuencia en las secciones de comentarios de los trabajos de Spectator, y seguramente habrá ya quienes estén empezando a sospechar que se trata de un Teco de la ultraderechista sociedad secreta cuyo centro de operaciones está en la Universidad Autónoma de Guadalajara y que ocultándose bajo seudónimos e inventando fuentes históricas inexistentes o “confesiones” de judíos perversos imposibles de corroborar creen que pueden defender su estrafalaria ideología de los torpedos que se le han estado dirigiendo desde estos foros.

El comentarista Lemaitre podría haber hecho mucho mejor que lo que hizo en su engañoso comentario enviado a Spectator. Podría haber citado la obra Apologie pour l'histoire ou Métier d'historien escrita por el historiador judío francés Marc Bloch (arrestado y ejecutado el 16 de junio de 1944 por la Gestapo durante la ocupación Nazi de Francia), la cual se puede consultar en su versión original en Internet, y en cuya parte central se consigna lo siguiente:

“Usando el poderío financiero acumulado por los fundadores de la familia Rothschild, a través de sus contactos con los Cardenales Mazarino y Richeliu, ambos descendientes de prominentes familias judías de Francia, los judíos sefarditas expulsados de España que se asentaron en Francia juntaron todos sus recursos para tratar de convencer a los Reyes de Francia de declararle la guerra a España, enfrentando a dos naciones católicas en una guerra ruinosa con el único fin de poder diezmar y terminar de una vez por todas con el poderío del Imperio Español. Al no lograrlo, promovieron primero la revolución francesa llevando a Napoleón Bonaparte al trono de Francia, el cual viendo cómo le había ido a sus predecesores los Reyes y recordando cómo habían terminado decapitados, terminó accediendo a las peticiones de los judíos sefarditas, principalmente los judíos de Burgos, emprendiendo la invasión de España y el desmantelamiento de la Inquisición Española que era uno de los principales enemigos de los judíos tanto en Europa como en América. A partir de esto, la suerte del Imperio Español estaba sellada, y la caída del Imperio Español se consumó con la invasión napoleónica y la instauración de José Bonaparte como Rey de España.”

O mejor aún, podría haber presentado un extracto tomado del libro Jewish influences after the expulsion from Spain del historiador judío Ytzahk Rabinovich Feldman:





que en la página 127 de dicho libro afirma lo siguiente:

“Ayudados por los parentescos judíos establecidos con las casas reales europeas, se logró convencer poco a poco a los reyes de Europa central y Europa Oriental que el Imperio Español en vez de ser un buen aliado era un peligro latente para todos ellos, y que así como recurriendo a la superioridad de sus recursos la Corona española había logrado avasallar a poblaciones enteres del continente americano estableciendo un control casi total sobre dominios en los cuales nunca se ponía el sol por la extensión de los mismos, era solo cuestión de tiempo cuando algún monarca español volteara sus ojos al resto del continente europeo preparando a sus ejércitos para consolidar la conquista de Europa bajo un solo poderoso ejército que habría convertido a España en el imperio más grande en la historia de la humanidad, más grande y más poderoso que el mismo imperio romano. Y para esto se utilizó a la misma religión como factor de división, advirtiéndoles a los reformistas de Martín Lutero que si llegaba a ocurrir tal cosa, la conquista de toda Europa a manos del Imperio Español, la reforma protestante sería aniquilada en su totalidad y la predominancia absoluta de la Iglesia Católica sería establecida sobre todo el continente con los acusados de herejía removidos ya sea por edictos de expulsión o con la ayuda de la hoguera. A base de tanto estar insistiendo los consejeros judíos acerca de la gravedad de la amenaza, muchas casas reales terminaron convencidas de que efectivamente era tan solo una cuestión de tiempo para que España enviara a sus ejércitos hacia el resto de Europa para someter a todos los pueblos desde la península ibérica hasta los confines del lejano Oriente. De este modo, en vez de convertirse en buenos aliados del Imperio Español que aún si se hubieran llevado a cabo estas guerras de conquista con toda seguridad los españoles habrían tratado a sus conquistados con generosidad y benevolencia compartiéndoles las riquezas que provenían del continente americano, los monarcas de la Europa Central y la Europa Oriental siempre vieron con recelo y desconfianza a los Reyes católicos de España a grado tal que cuando el Imperio Español entró en decadencia no solo no movieron un dedo para ayudar a quien tanto los había ayudado en el pasado sino inclusive proporcionaron ayuda de todo tipo para la promoción de conflictos internos que ayudasen a colapsar el Imperio Español, y en la promoción de todas estas acciones de divisionismo interno siempre hubo algún judío colaborando con otros judíos para propiciar la caída tan anhelada de la España católica.”

¡Impactante! ¿No es así? ¡He aquí las pruebas! Dos historiadores judíos “reconociendo” y “aceptando” que el fin del Imperio Español católico fue instigado de principio a fin por los marranos expulsados de España. Como se indicó arriba, la obra de Marc Bloch puede ser consultada en su totalidad a través de Internet en la forma en la cual fue escrita en francés. Se cita nombre, se cita obra, y se extrae el material revelador y acusatorio. ¿Qué más se le puede pedir al lector sino aceptar sin mayor discusión la contundencia de lo que ha sido expuesto no por un ultraderechista sino por dos de los más famosos historiadores judíos de Europa?

Bueno, en realidad no va así la cosa. En primer lugar, porque aunque Marc Bloch fue un personaje de la vida real, y efectivamente fue un historiador afamado, y efectivamente fue un judío francés, lo cual nadie va a poner en tela de duda, jamás escribió tal cosa como lo que se ha citado aqui. Naturalmente, los propagandistas de la extrema derecha se avienen a que sus alucinados lectores no tendrán el tiempo disponible para checar todas las “referencias” que están siendo citadas por los revisionistas de la Historia, es en lo que tienen puesta su confianza para que sus patrañas puedan ser creíbles y digeribles, esto además de que sus engañados muy rara vez tienen estudios universitarios de postgrado que los empujen a cuestionar rigurosamente todas las fantasías que se arman en los tractos de la ultraderecha. En segundo lugar, ni el Cardenal Mazarino ni el Cardenal Richeliu, aunque sí fueron el verdadero poder detrás del trono de Francia, descendieron de familia judía alguna. Se pueden, desde luego, inventar “pruebas” documentales (inexistentes) de que eran judíos, pero ese tipo de cosas solo se dá en la propaganda de la extrema derecha, no en los círculos académicos serios. Y en tercer lugar, la estrepitosa caída del Imperio Español, aunque si fue acelerada con la invasión napoleónica de España, en realidad tuvo mucho que ver con los desmanes y tropelías en los que incurrió el Rey Fernando VII (el cual es recordado con amargura y desdén por muchos historiadores españoles, ninguno de ellos judío).

Los revisionistas de la ultraderecha siempres soslayan un hecho irrebatible: la expulsión de los moriscos, además de la expulsión de los judíos a quienes los gobernantes españoles no conformes con quitarles todas sus pertenencias en España los apodaron despectivamente como marranos, así como la quema en la hoguera de todos los “herejes” que se rehusaran a jurarle lealtad a la Corona así como convertirse por las buenas o por las malas al catolicismo, marcan lo que en realidad fue uno de los imperios más recalcitrantemente intolerantes en la historia de Europa. En esta intolerancia encontramos las raíces de lo que vendrían siendo las “limpiezas étnicas” llevadas a cabo posteriormente por los Nazis y sus admiradores. Al menos los bolcheviques rusos, con todo y lo que se les pueda achacar en su contra, no procedieron a una expulsión masiva de Rusia ni de sus musulmanes ni de sus cosacos ni de sus judíos ni de sus cristianos afiliados a la Iglesia Ortodoxa (en ese entonces solo se salieron los que quisieron, principalmente los aristócratas de la realeza rusa que terminaron laborando como cocineros en los restaurantes de Francia porque no sabían hacer otra cosa). Y si bien los gobernantes españoles le pusieron a los judíos expulsados el oprobioso mote de marranos, a los saqueadores que enviaron al recién descubierto continente americano a nombre de la Corona para apoderarse de las tierras y los recursos minerales así como para esclavizar a la población indígena para explotar a los nativos hasta la muerte en las minas de oro y plata los llamaron cariñosamente “Conquistadores”. Pero lo que sí es incomprensible e injustificable es que este imperio, habiendo saqueado miles de toneladas de oro y plata de las tierras que invadió con sus hordas de conquista, haya terminado vencido en varias ocasiones por vecinos suyos como Inglatera y Francia que no contaban con los recursos de oro y plata y joyas preciosas llegados de América con los que contaron los monarcas españoles. ¿Significa esto que, de no haber recibido tan colosales riquezas del otro lado del mundo, de no haber sido descubierto el continente americano, España habría terminado convertida en un país bananero de quinta categoría sumiéndose en la miseria más espantosa imaginable? Al terminar de colapsarse el Imperio Español, prácticamente todos los tesoros saqueados a sangre y fuego de la Nueva España habían sido despilfarrados sin quedar casi nada de ellos, y en esto no tuvieron culpa alguna ni los moriscos, ni los judíos, ni los ingleses ni los franceses, sino la misma decadente monarquía española que terminó rodando por los suelos cuando se acabó la fiesta tras la independencia de sus colonias en el nuevo mundo.

Y en lo que toca al historiador judío Ytzahk Rabinovich Feldman, ese ni siquiera existió. Fue una invención deliberada de Spectator para mostrarle a sus lectores la facilidad con la cual los revisionistas-negacionistas pueden inventar y tejer todo tipo de fantasías citando autores y fuentes inexistentes o citando párrafos completos que no aparecen en ninguna de sus obras.

Pero si el historiador judío Ytzahk Rabinovich Feldman nunca existió, ¿entonces de quién es la fotografía que se ha puesto arriba? Pues es de Jack Humprey, un pintor canadiense. Sin embargo, tómese en cuenta que Spectator ha confesado honestamente y con la finalidad de no mantener a sus lectores sumidos en un engaño todo aquello que fue tergiversado deliberadamente para crear una ficción. Los literatos de la extrema derecha revisionista nunca lo hacen (reconocer sus falsedades y admitir sus tergiversaciones e invenciones forjadas de mala fé).

Por las razones expuestas, no se recomienda la lectura del tracto neo-fascista América Peligra del revisionista-negacionista Salvador Borrego Escalante, el cual pretende ser la versión definitiva de “la verdadera historia de México” (según la extrema derecha), al menos no mientras no se le hayan terminado de escarbar todas las falsas citas, las falsas fuentes de referencia, las fantasías y los engaños que han convertido a este libro en un verdadero campo minado para hacer caer al incauto y al desprevenido (este proceso de desintegración del libro América Peligra es algo que ya está en marcha, de lo cual ya nos dieron un anticipo los investigadores del equipo formidable Alianza Estudiantil Prometeo).

Es muy posible que el revisionista Julio Lemaitre, presumiblemente el autor anónimo del comentario citado arriba que fue enviado a esta bitácora, y el cual muestra en sus escritos publicados en Internet una obvia filiación neo-fascista a flor de piel, esperando pacientemente visitantes a su bitácora como la araña espera pacientemente que caigan moscas en sus redes, cualquier día de estos publique para sus lectores algo impactante como:

El connotado historiador sefardí Avrahim ben Glifitz escribió en su obra La diáspora judía en Europa: “La principal prioridad de los marranos a través de los contactos comerciales que habían forjado desde Europa hasta Asia después de su expulsión de España era la destrucción total del Imperio Español y la destrucción total del catolicismo, para lo cual financiaron operaciones tales como las flotillas de piratas comandadas por el judío y pirata británico Sir Francis Drake, con énfasis especial en el saqueo y el pillaje de todas las naves españolas que estaban llevando metales preciosos de sus posesiones en América hacia España, teniendo siempre cuidado de que sus intrigas no fueran descubiertas por los hábiles Inquisidores que tenían como tarea el impedir el colapso del Imperio Español como resultado de las acciones bélicas subterraneas emprendidas en contra del Imperio Español por quienes deseaban no solo humillar a quienes los habían expulsado sino apoderarse de la misma España sometiéndola a un gobierno de carácter judaico para lo cual la destrucción de la monarquía española se había convertido en una de las principales prioridades.

Sí sería muy capaz el comentarista Julio Lemaitre de publicar algo como esto. Sin aclarar, desde luego, que nunca existió ningún historiador de nombre Avrahim ben Glifitz, y sin aclarar tampoco que el pirata (o corsario, según la fuente consultada) Sir Francis Drake no era ningún judío.

De cualquier modo, y por si no lo sabe el comentarista Julio Lemaitre, quienquiera que este sea, el colapso del Imperio Español que inició en la Nueva España en lo que hoy es México no se debió a ningún marxista (el comunismo no había tomado forma alguna cuando tal cosa ocurrió) ni a ninguna conspiración alguna urdida por judíos rencorosos y vengativos, ni a levantamiento alguno fraguado en alguna logia masónica de la Nueva España (no había logia masónica alguna en México cuando el Imperio Español se colapsó, impedir que hubiera tal cosa en los dominios de España fue algo de lo que se encargaron muy bien los Inquisidores del Tribunal del Santo Oficio que fueron terriblemente eficientes en su macabra labor). Ninguno de los independentistas de México (Don Miguel Hidalgo y Costilla y Don José María Morelos y Pavón, ambos curas católicos, Vicente Guerrero, Leona Vicario, Josefa Ortiz de Domínguez, Andrés Quintana Roo, etc.) eran marxistas, masones o judíos. Y si no lo creen los comentaristas de obvia filiación neo-fascista como Julio Lemaitre, Spectator les recomienda regresar a la escuela primaria. Mejor aún, ya dejen de leer el tracto ultraderechista América Peligra de Salvador Borrego Escalante, aunque no se recomienda tirarlo a la basura ya que sus páginas pueden servir como papel sanitario en caso de que no haya a la mano papel sanitario Charmin. O si insisten en seguir creyendo en payasos y en el Chupacabras, pues que sigan haciéndolo. De seguro habrá quienes los seguirán y les creerán todas sus invenciones y fantasías, que al fin y al cabo como dijeran los romanos stultorum infinitus est numerus (el número de imbéciles es infinito.)

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Es una pena que Inglaterra no conquistara México y el resto de Iberoamérica.

Se habrían llevado el oro y la plata igual, pero habrían recluido en reservas a todos los indígenas y les habrían diezmado más efectivamente de lo que lo hicieron los conquistadores españoles.

España, antes de la conquista era rica. La conquista sirvió para sufragar las guerras que los austrias mayores mantuvieron por toda Europa a causa de la religión o de los ataques a sus territorios heredados. El oro acababa en manos de los prestamistas, que no sólo eran judios.

Para corroborar mi punto de vista, desde que nos echaron a los Españoles de América ha pasado más de un siglo, y no da la sensación de que sepan aprovechar las inmensas riquezas naturales de las que disponen. Falta mucha honradez y ganas de enriquecerse razonablemente mediante el trabajo.

Respecto al resto de los comentarios, estoy básicamente de acuerdo con Ud. y lamento profundamente que hoy en día se siga atacando a las personas. Los pretextos que se inventen son lo de menos. Deberíamos aprender a respetar y a valorar las diferencias.

miércoles, 13 agosto, 2008  
Anonymous Anónimo said...

si es como tu lo expones que te bendiga el dios verdadero....

jueves, 16 abril, 2009  
Anonymous Anónimo said...

El triunfo de los españoles sobre los aztecas estuvo determinado sobre todo por el apoyo de los indígenas oprimidos. Por lo tanto, más que usurpadores, los españoles fueron saludados en muchos lugares como liberadores.

"Este saqueo sin precedentes, estas invasiones a poblados indefensos mediante guerras no-provocadas, este inmenso genocidio llevado a cabo por los Conquistadores españoles, podría muy bien ser calificado hoy en día como "la gran conspiración española" de aquél entonces para apoderarse del planeta, con la diferencia de que en contraste con la mítica "gran conspiración judía-masónica-comunista" la rapacería del Imperio Español dejó amplias huellas y cicatrices profundas en la historia de la humanidad que subsisten hasta nuestros días."

Leyendo lo anterior, asombra ver cómo te consideran un comentarista serio e imparcial tragándose estos dicterios de libelista hispanófobo de la peor ralea. Supongo que hay estudiar historia en la UNAM para salir bien adoctrinado y adquirir toda esa erudición.

"Y fue la Santa Inquisición Española -el equivalente colonial de la policía soviética KGB- la encargada de investigar sádicamente con sus famosos métodos interrogatorios a todos aquellos que pudieran representar algún riesgo para tan voraz imperio incapaz de comprender ideas tan "descabelladas" como el pluralismo religioso, la democracia, y la separación Iglesia-Estado. (Esta cuestionable institución religiosa, suprimida no por el Papa en aquella época sino por Napoleón Bonaparte tras su invasión a España, (...) es justificada hoy en día por sus apologistas con el peregrino argumento de que la Inquisición jamás ejecutaba a nadie, siendo la aplicación de la pena de muerte en algún lugar incómodo como la hoguera una atribución exclusiva del gobernante en turno..."

Sobre la Inquisición, baste decir, por ahora, que conforme a la constitución política española del siglo XVI, la unidad religiosa era una de las bases fundamentales de la monarquía, a la manera que hoy, en las naciones de América y en algunas de Europa, es dogma constitucional el régimen republicano, popular democrático, etc., y se hace reo de un delito penado por las leyes, el que pretende cambiar el sistema establecido. Contra los herejes, contra los que intentaban romper la unidad religiosa, enseñando doctrinas contrarias a las que profesa la Iglesia Católica. Y esto, que en nuestra época parece absurdo y tiranía incalificable, en el siglo XVI ni lo parecía, ni lo era. Al revés, el pueblo español aceptaba de buen grado a la Inquisición y veía en ese tribunal una defensa patriótica de las instituciones y hasta de la soberanía del reino.

Continuará...

José Antonio.

domingo, 21 febrero, 2010  
Blogger Spectator2006 said...

En relación al comentario enviado el 21 de febrero del 2010 por el comentarista José Antonio:

Si bien es cierto que el triunfo de los españoles estuvo determinado por el apoyo de los indígenas oprimidos, de haber sabido esos indígenas que los Conquistadores-saqueadores enviados de España terminarían utilizando a ellos y a sus hijos en las minas de oro y plata como mano de obra esclava entonces esos mismos indígenas los habrían matado o se los habrían entregado vivos a los aztecas para que los desollaran vivos. Al menos bajo los aztecas esos indígenas “oprimidos” no laboraban como mano de obra esclava en minas de oro y plata. Y de que a los españoles y a los esbirros al servicio de la Corona Española les gustaba mucho practicar el esclavismo de eso no existe duda alguna. La película Amistad no es una obra de ficción, se trata de un hecho de la vida real, debidamente documentado. Esa vil práctica de aquellos a los que José Antonio llama “liberadores” sólo terminó en la Nueva España cuando Don Miguel Hidalgo y Costilla emitió un decreto proclamando la abolición de la esclavitud.

Y en cuanto al argumento de que la “unidad religiosa” era una de las bases fundamentales de la monarquía haciéndose un delito penado por las leyes el pretender cambiar este sistema establecido, justificando el que se tomara acción en contra de “los herejes”, en contra de los que intentaban romper “la unidad religiosa” enseñando doctrinas contrarias a las que profesa la Iglesia Católica, ensalzando de paso a la Inquisición como una “defensora patriótica de las instituciones”, Spectator y José Antonio hablan lenguajes totalmente diferentes y opuestos y en esto jamás podrá haber punto de acuerdo alguno, porque Spectator siempre ha creído firmemente en la tolerancia y el pleno respeto hacia quienes profesan otro tipo de religión, respetándoles sus convicciones y su forma de pensar, trátese de musulmanes, judíos, monjes tibetanos, mormones, bautistas, pentecostales, e inclusive hasta los mismos ateos. Spectator jamás ha apoyado la imposición forzada de creencia religiosa alguna, y menos a manos de aberraciones como la Inquisición Española. Tal vez el pueblo español aceptaba de buen grado a la Inquisición y veía en ese tribunal una defensa patriótica de las instituciones y hasta la soberanía del reino (de acuerdo con la literatura y la propaganda promovida por el dictador de ultraderecha Francisco Franco), pero en lo que respecta a los pueblos conquistados, esa nefasta institución no sólo dejó muy malos recuerdos sino dejó también sus instrumentos de tortura que hoy se exhiben en los museos y los cuales no pudo destruír como lo hizo Hitler con la mayoría de sus hornos crematorios al ver que estaba perdiendo la guerra. Todo Inquisidor que haya utilizado esos tormentos en contra de su prójimo necesariamente tuvo que haber sido un enfermo mental, un caso digno de estudio psiquiátrico. El imponer con la fuerza del Estado una religión sobre la totalidad de la gente va en contra de lo que muchos teólogos consideran el derecho más sagrado que le haya dado el Supremo Creador al hombre: su libre albedrío y su derecho a escoger. Los ministros de una religión están desde luego en su pleno derecho de diseminar su fé mediante el buen ejemplo y las buenas obras (esto fue lo que hicieron los Apóstoles de Jesús en los inicios del Cristianismo), pero de esto a recurrir al auxilio del Estado absolutista y a las hogueras y a los potros del tormento existe un abismo insalvable. En última instancia, fue el mismo Señor Jesús el que marcó la raya entre su naciente Iglesia y el Estado cuando dijo “Dad a César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios” (el Evangelio según San Lucas, 20:25), una lección que los Inquisidores españoles, los Conquistadores-saqueadores españoles, y los mismos Reyes Católicos que fomentaron y auspiciaron la esclavitud en América así como la más absoluta intolerancia religiosa que se pueda concebir, olvidaron demasiado pronto.

viernes, 26 marzo, 2010  
Blogger German G. said...

German G. (Peru)

Me parece certero el analisis en varios puntos, sobre todo las partes que se basan mas en la logica que en afirmaciones (que podrian creerse como no, cmo la alianza de Hitler con Stalin). Ademas, comparto su preocupacion en lo que respecta a la gran afluecia de informacion falsa, principalmente en internet. Uno no sabe ya que creer.

Sin embargo, me gustaria que evitara omitir que tambien el estado de Israel, realiza practicas terroristas sobre la poblacion palestina, y que en ambos lados existen extremistas de la peor calaña, con la diferencia de que en Israel estos elementos se enuentran en el gobierno.

Creo que la mejor defensa que uno puede realizar debe ser completamente objetiva, o tender a ella en lo posible, se lo recomiendo, para que su defensa y opinion, tengan mayor peso.

Saludos

lunes, 18 julio, 2011  

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